EL PORFIRIATO
El
periodo de 1876 a 1911 está marcado dentro de la historia de nuestro país como
porfiriato, y se refiere al gobierno de Porfirio Díaz, quien ocupo la
presidencia del país durante el lapso antes mencionado, con la excepción de
1880 a 1884, donde el presidente de la patria fue Manuel González. Pero a
partir de 1884, y hasta el quinto mes de 1911, la gran figura política nacional
fue la del general Porfirio Díaz.
Esta etapa del país coincide con un momento particular del desarrollo
capitalista que ha sido llamado imperialismo. Este periodo, en un ámbito
internacional, tuvo como principal característica un nuevo tipo de
colonialismo, en el cual los grandes países capitalistas de Europa y Estados
Unidos ya no se preocuparon por controlar de una manera directa el resto del
mundo, sino mediante la apropiación de los recursos naturales y su mano de
obra, por ejemplo la tierra, los minerales, los metales preciosos y la fuerza
de trabajo entre otras cosas más. El control que ejercieron estos países se
hizo realidad a través de la inversión de capitales en los países en vías de
desarrollo o recién liberados de estructuras de dominio colonial, lo que trago
consigo importantes cambios, como el surgimiento de la clase obrera en países
industrializados aceleraron la producción y exportación de alimentos y materias
primas en los países que no eran participes de este desarrollo. Así los países
implementaron medidas económicas favorables al capital extranjero, lo que
finalmente los convirtió en países
mono exportadores de café, carne, azúcar, trigo, algodón y estaño entre
otros.
ASPECTO POLÍTICO
México
estaba envuelto en una profunda crisis
general, pero en especial económica a
causa de las diversas guerras que lo habían azotado; los
caminos estaban plagados de bandidos, la
delincuencia en las ciudades a la orden del día, el trabajo escaseaba y las
inversiones extranjeras no arribaban a
México ante la falta de garantías, tales como seguridad y de más servicios.
Porfirio Díaz
figuró como un protagonista central de tales disputas, al levantarse en
armas en dos ocasiones: una en 1871, en
contra de la reelección del presidente
Juárez con el plan de la noria, movimiento que, a pocos meses, fue derrotado.
Al morir Benito Juárez, en 1872, se
registro una nueva disputa por el poder, saliendo victorioso Sebastián Lerdo de Tejada. Al
intentar éste reelegirse en 1876, Porfirio Díaz se levantó en armas, por
segunda ocasión, ahora con el plan de Tuxtepec, resultando vencedor.
En el 1876, a llevar a cabo el plan Tuxtepec, el
general Díaz propuso como “Ley
suprema” de la nación el principio de la
no reelección del presidente y gobernadores; además, aseguró que él en ningún momento aspiraba a permanecer en el mando y que, al
obtener el triunfo, volvería “a la quietud del hogar domestico”. Pero no lo
cumplió. Al asumir por segunda ocasión la Presidencia de la república, en 1884, se reeligió de manera
ininterrumpida, hasta que una nueva revolución, la de 1910 lo obligó a renunciar y dejar el país.

Ante la
situación, el general Díaz se propuso básicamente dos objetivos: el primero,
pacificar a como diera lugar el país; el segundo, promover con todos los medios
a su alcance el crecimiento económico, pero el presidente Díaz tenía bien claro
que sin crecimiento económico, la paz
social nunca se alcanzaría.
ASPECTO ECONÓMICO
Para promover el crecimiento económico del país
durante su periodo el general promovió políticas liberadoras de la economía nacional y México mostró una
gran apertura al capital extranjero. Los principales países que trajeron su capital al país fueron: Inglaterra,
con concesiones mineras y administrando el Istmo de Tehuantepec, España con la
industria de hilados y tejidos, y por
supuesto nuestro vecino del norte al cual se le dieron las concesiones para la
construcción de ferrocarriles. Este crecimiento económico no favoreció a todas
las regiones del país, era notorio que este crecimiento solo llego a las
grandes metrópolis tales como Guadalajara, Monterrey y por supuesto la capital
del país, era también notorio que las regiones del sur del país eran las que
mostraban un mayor atraso.
En cuestión de números el avance económico era
basto, para 1880 el total de las inversiones extranjeras era de 110 millones de
pesos, para 1910 dicho monto era de 3400
millones.
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Las exportaciones aumentaron durante el periodo
600%. Este modelo económico, apoyado en las inversiones extranjeras y orientado
a satisfacer las demandas del mercado
mundial, es llamado por los economistas “dependiente” con “crecimiento hacia a
fuera”, es decir, que el resultado del crecimiento económico no es resultado
del proceso de maduración de las fuerzas productivas nacionales, sino de
factores externos.
MODERNIZACIÓN
DE LA INFRAESTRUCTURA
El periodo en el cual el general Díaz estuvo al
frente de la presidencia del país se caracterizaron por la modernización de la
nación; esto significa que arribaron los avances tecnológicos más
sobresalientes de la época. Este crecimiento se vio claramente marcado en dos
ramas de la vida nacional en lo económico y lo administrativo.
La modernización económica fue posible
principalmente a la expansión del ferrocarril, que facilitara el acceso rápido
a todas las regiones distantes y el traslado de
mercancías, otro avance que ayudó al desarrollo de la economía fue el
tendido de la red telegráfica y telefónica. El ferrocarril era considerado la
“palanca del progreso”.
En 1876
México tenía aproximadamente 580 kilómetros de vías férreas; para 1884 se había
elevado a 5,731, en tanto que en 1910 el tendido ferrocarrilero alcanzaba ya los 24, 288 kilómetros. Con el ferrocarril
las exportaciones a Estados Unidos se vieron notablemente favorecidas: al
finalizar el siglo XIX, alrededor del 70% del total de las exportaciones
mexicanas tenían como destino el vecino país del norte. Esto provocó una grave
y notable dependencia económica hacía el
país de las barras y las estrellas, circunstancia que hizo que Porfirio Díaz
exclamara “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”
Las principales obras realizadas en México durante
el mandato del General Díaz son las siguientes: el gran canal del desagüe, el
hospital general, el teatro general hoy bellas artes, el palacio de correos
entre otros. En esta época, la ciudad de México se confrontaba en belleza con
las mejores ciudades de Europa.
ASPECTO
SOCIAL
Al
finalizar el régimen, hacia 1910, México tenía aproximadamente 15 millones de habitantes, de los cuales 11
millones eran campesinos que sobrevivían con salarios que iban entre los 25 y
30 centavos diarios. En términos generales podemos distinguir cuatro
clases de trabajadores en las haciendas:
los peones acasillados o gañanes, de residencia permanente; los trabajadores
eventuales; los arrendatarios y los medieros o aparceros.